jueves, enero 24, 2008

Una izquierda convertida al priísmo. Entrevista con Luis González de Alba


Una izquierda convertida al priísmo
Entrevista con Luis González de Alba

Ariel Ruiz Mondragón

Como nunca en su ya larga existencia, en 2006 la izquierda estuvo muy cerca de conquistar la presidencia de la República, además de contar con una considerable fuerza en el Congreso de la Unión. Fue encabezada por un hombre carismático que le dio un liderazgo muy controvertido, por decir lo menos: al lado de un discurso y ciertas acciones que procuraban el bienestar social desde el gobierno del Distrito Federal, también mantuvo usos y costumbres provenientes del antiguo régimen priista.

A lo largo de los años recientes uno de los críticos más acerbos de las ideas y prácticas de Andrés Manuel López Obrador y de la izquierda conjuntada a su alrededor lo ha sido Luis González de Alba, quien en sus artículos periodísticos semanales ha dado fe de las erratas, errores y trastupijes de aquella, resultados de la mezcla de las tradiciones priista y comunista.

Una buena selección de esos artículos ha sido publicada recientemente en libro bajo el título de AMLO. La construcción de un liderazgo fascinante (México, Cal y Arena, 2007), sobre el que mantuvimos una charla virtual con el autor.

González de Alba estudió Psicología en la UNAM; se ha dedicado al periodismo y a la literatura. Ha colaborado en diversas publicaciones y es autor de más de diez libros. Además ganó el Premio Nacional de Periodismo por su trabajo como divulgador de la ciencia.

Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué publicar hoy un libro como el suyo?

Luis González de Alba (LGA): En principio, porque la editorial Cal y Arena me lo pidió. No acostumbro reunir en libro mis artículos sobre política. Los de divulgación científica e historia sí los amplío y doy forma de ensayos. Una vez que Cal y Arena me lo propuso creí que sería buena idea ver el ascenso, semana a semana, de ese que llamé "liderazgo fascinante" en el sentido de hipnótico, pues fuimos muy pocos los que no caímos en el hechizo de ver el maravilloso traje de un emperador que, ahora se ha encargado él mismo de comprobarlo, siempre caminó desnudo, hizo su carrera a base de mentiras y de presupuesto desviado.

AR: El libro es muy crítico con la izquierda mexicana, o cuando menos en la encarnada en el PRD, y con sus taras y déficit democráticos. Pero, ¿qué papel le reconoce a la izquierda mexicana, al PRD en el tránsito democrático mexicano?

LGA: Un papel decisivo: grupos de ciudadanos con muy diversa militancia partidaria crearon las condiciones para que esta "revolución de terciopelo" mexicana, esta salida de nuestra "dictadura perfecta" se produjera de forma casi indolora y sin sangre. Hubo gente del PRI y del PAN, del antiguo PSUM y otros partidos que abrió la brecha por donde se desbordó el viejo sistema electoral en manos del gobierno y se construyó el actual, con más participación del PRI y el PAN que del PRD, recordemos, pues como ya es típico en esa organización, se opusieron activa y luego pasivamente a las reformas de 1996, con las que tuvimos elecciones en manos ciudadanas, y los votos se respetaron, contaron y se contaron.

AR: A lo largo del libro usted señala la continuidad existente entre el PRI de los años setenta y la izquierda del PRD, a la que incluso llega a llamar PRI 1 y PRID. Pero, ¿cuáles diferencias y novedades encuentra usted entre aquel PRI y el PRD obradorista?

LGA: No exactamente el conjunto del PRD, sino a la corriente lopezobradorista, que acabó imponiéndose en todo el partido es a lo que llamo PRID. Lo digo porque no encuentro diferencias entre las tesis de López Obrador y las del viejo PRI, el anterior a Salinas, aquel PRI de Bartlett, de Echeverría y López Portillo. Si alguna diferencia existe es que el PRD o PRID es aún más escandalosamente autoritario y está más íntimamente convencido de ser el Camino y la Vida. Más que el viejo PRI y muchísimo más que el actual.

AR: Por supuesto, usted es muy duramente crítico con Andrés Manuel López Obrador. Al contrario, quisiera preguntarle: ¿qué aspecto luminoso le encuentra al personaje –si es que le encuentra alguno, por supuesto-?

LGA: Encuentro un aspecto que no llamaría luminoso, pero sí atractivo, y es su enorme capacidad para repetir mil veces una mentira sin titubear jamás, sin parecer ablandado. Ahora dice ante "mítines" de 50 personas que él sí le cree al chino, cuando éste ya se desdijo de aquella trama increíble hasta el ridículo. Y lo dice sin sonrojo. Eso hace siempre. De ahí su enorme poder de convencimiento, su penetración como la Voz que Clama en el Desierto.

AR: ¿Cómo ha cambiado la izquierda con el proceso democratizador en nuestro país? Tras leer su libro, me parece que la nueva izquierda perredista no es más que un viejo PRI, ¿es así?

LGA: Por desgracia, la izquierda no parece haber cambiado. Ha permitido que todo trepador y trapecista político se escude en ese término, "izquierda", hasta volverlo por completo indefinido. ¿Son de izquierda Bejarano con su extorsión a empresarios, Flavio Sosa que hizo campaña por Fox, luego fue gente del siniestro Murat en Oaxaca y resultó al final que siempre había pertenecido a la dirección del PRD? Bien aquí está un buen sinónimo: siniestro significa izquierdo. Lo que usted llama "nueva izquierda perredista" con generosidad sin límites, está presidida por un señor Cota que hizo toda su carrera política dentro del PRI y tiene senadores como aquel José Guadarrama a quien el PRD acusó de mandar asesinar campesinos perredistas y de ser el autor de los más obvios fraudes contra el PRD. Bien, ese siniestro (izquierdo) personaje es hoy compañero en el Senado de la señora Ibarra de Piedra. Eso lo dice todo.

AR: Los expriistas hoy perredistas, como usted bien dice, crecieron y reprodujeron los hábitos, valores y marrullerías de su antiguo partido. En ese sentido, indudablemente uno de los aspectos más fascinantes del fenómeno AMLO es la forma en que intelectuales y académicos críticos e independientes fueron seducidos por López Obrador, y han sido tan complacientes y hasta defensores (algo vergonzantes) de los usos y costumbres del viejo PRI practicados desde el gobierno del Distrito Federal. Igual ha ocurrido con muchos políticos (Alejandro Encinas es uno de los ejemplos más claros que usted menciona). Hoy más que nunca parece ser cierto aquel viejo poema de José Emilio Pacheco: "Ya somos todo aquello/ Contra lo que luchamos a los veinte años". ¿A qué se debió este viraje?

LGA: Es verdad: ése es el aspecto más fascinante del fenómeno AMLO: la enorme complacencia de los intelectuales para con él. No los entiendo y no he logrado descifrar en este par de años cómo se convirtieron en "todo aquello contra lo que lucharon a los veinte años", comenzando por el propio José Emilio Pacheco, que, asombrosamente, no pudo ver el proyecto de tirano que siempre hubo en López Obrador. No los entiendo.

AR: Usted menciona algunas de las causas de la vieja izquierda: la defensa del ciudadano contra los abusos de poder (a favor del amparo y contra el fuero, la rendición de cuentas. entre otras cosas), el fomento del transporte público sobre el automóvil particular, rechazo a las obras de relumbrón, limitar las funciones y atribuciones económicas del presidencialismo, entre otras. ¿Qué sobrevive de aquella vieja izquierda que luchó por una ampliación de las libertades ciudadanas, por la democracia, por la justicia y la igualdad?

LGA: Sobrevive... el recuerdo. Ahora defienden el endeudamiento de la ciudad, los abusos del poder que lleva etiqueta de izquierda, impiden la rendición de cuentas cuando se le exigen a uno de sus gobernantes, aplauden actos de prepotencia y de soberbia cuando los cometen gobiernos del PRD, como aquel "los jueces me hacen lo que el viento a Juárez" con el que López Obrador se negó a respetar amparos ciudadanos elevados contra su despotismo. Ahora Ebrard expropia lugares donde se refugia el hampa. Bien. Enfrentar la delincuencia es correcto, pero comienza a no serlo tanto un método que abre el camino a la corrupción: ya Bejarano y Padierna se frotan las manos a la vista de los terrenos urbanos expropiados y en el futuro vendidos.

AR: Otro fenómeno extraordinario que usted señala es que los priistas, aunque sea vergonzante y tácitamente, aceptaban su corrupción. A su viejo priismo, el perredismo ha agregado un elemento: las ínfulas de autoridad moral, la certeza de "tener la razón histórica", y quien no la comparta es de "derecha". De esa forma "izquierda" parece ser, en ciertos ámbitos, patente de corso. ¿De dónde proviene esto?, ¿qué consecuencias tiene?

LGA: Esa soberbia proviene de que la izquierda siempre se sintió libre de pecado. Y lo estaba... porque sin poder alguno le era imposible corromperse. Ahora tiene gobiernos y puestos en el Congreso, y "ante el arca abierta, el justo peca". Tenemos a un justo convencido de su superioridad moral. Por eso el PRD se ha convertido en una especie de río Jordán: priista que allí se bautiza, priista que emerge perredista libre de pecado. Las consecuencias las vemos en la desaparición del PRD en las elecciones de Baja California, en su naufragio al lado de la APPO y el EPR en las de Oaxaca, en los mítines con 100, con 50 asistentes en torno a López Obrador. El PRD va en camino a los números que le eran propios al PSUM, al PMT, al PC: a la soledad de perros de donde parecía haber escapado.

AR: La suya es una visión sumamente desencantada de la izquierda, o más bien, como prefiero llamarla, de la izquierda dominante. También tomando en cuenta las experiencias no exitosas de, por ejemplo, Democracia Social, México Posible y Alternativa Socialdemócrata y Campesina, ¿qué posibilidades de desarrollo tienen otras izquierdas en el momento actual?

LGA: El país tiene urgencia de una izquierda democrática, liberal, abierta a todas las inversiones en todas las áreas de la economía, una izquierda como la de Lula en Brasil, Zapatero en España, Bachelet en Chile. Pero creo que no está en el PRD, sino en franjas del PAN, del PRI, de Alternativa y hasta del PRD, franjas horizontales que recorren todos los partidos y que poseen como denominador común el impulso democrático en la política y liberal en la economía, liberal como lo fueron Juárez y los hombres de la Reforma hace un siglo y medio.

AR: Por último: ¿usted se considera actualmente de izquierda?

LGA: Siempre pido que me definan primero qué es eso. Luego respondo. Por ejemplo: si Bejarano, Ebrard, López Obrador, Camacho, Guadarrama y otros por los que llamó a votar Manuel Bartlett son de izquierda, yo no lo soy de ninguna manera. Si Felipe González, Lagos, son la izquierda, yo lo soy porque me siento afín a ellos.

* Entrevista publicada en Replicante, Núm. 13, noviembre 2007- enero-2008. Reproducida con permiso del editor.